Las mismas victorias que Nigel Mansell, 31. Ahí es nada. Con esta sonora estadística, Fernando Alonso ha cerrado el fin de semana del GP de China, tras cuajar una carrera en la que se ha puesto de nuevo la corona. El piloto español se llevó una inmensa victoria por delante de Kimi Räikkönen y de Lewis Hamilton, completando un podio de ensueño con tres campeones del mundo. Fernando Alonso ya avisó en la clasificación de que las mejoras en Ferrari estaban funcionando a la perfección, y podrían ser clave para la lucha por la victoria. Desde la salida, el asturiano demostró que en su punto de mira estaba el primer puesto. La decepción sufrida en Malasia no permitía más errores, ese ‘cero’ pesaba un quintal en los hombros de Alonso. Lejos de acobardarse, demostró que este año volverá a intentarlo, que no hay mal que cien años dure y que, ahora que tiene entre manos un monoplaza muy capaz, buscará con más ansia que nunca el tercer título.
La salida de Alonso fue muy en la linea de las mostradas en las anteriores pruebas. El Ferrari ha solventado los problemas que tenía cuando se ponía el semáforo en verde, y el español salió con sólo Lewis Hamilton por delante. A sabiendas de que el Mercedes iba a sufrir, como así ocurrió, en cuanto la degradación empezara a hacer acto de presencia en sus neumáticos, Alonso se dedicó a no perder comba, a controlar sus propias gomas y no dejar que los de atrás se le acercaran demasiado. Con las primeras paradas en boxes llegaron los primeros incidentes por el tráfico, si bien a Alonso no le afectaron. Uno de ellos, anécdota al final, fue el que protagonizó Kimi Räikkönen. El finlandés salía de ‘boxes’ cuando se topó con Sergio Pérez. La nariz del morro de su Lotus y fragmentos del alerón delantero saltaron por los aires, pero lejos de afectarle, ni siquiera se notó en el comportamiento de su coche. Esto le permitió pelear con Lewis Hamilton hasta el final, una vez que el ‘poleman’ cedió todas sus opciones de victoria conforme el comportamiento de los neumáticos le iba pesando. Si el de Räikkönen fue un choque sin importancia, hubo otro que sí acabó teniéndola. Y de qué manera.
Los aficionados a las conspiraciones están disfrutando lo suyo mirando a lo que pasa en Red Bull con Mark Webber. El australiano, después de verse obligado a salir desde el pit-lane porque no llevaba combustible suficiente en la clasificación, se vio forzado a abandonar después de que uno de sus mecánicos no le colocara bien una rueda, que salió rodando por la pista. Antes, se había chocado con Jean-Éric Vergne, de Toro Rosso y uno de los teóricos candidatos a sustituirle en Red Bull. Además del abandono por el neumático, el choque con el francés le ha costado una sanción de tres posiciones para la parrilla del GP de Baréin. En definitiva: un fin de semana para olvidar para el australiano. La suya no es la única sanción que se arrastra para la prueba del pequeño reino árabe: el mexicano Esteban Gutiérrez se llevó puesto, casi literalmente, a Adrian Sutil, por lo que perderá cinco puestos en la parrilla del próximo GP.
Si a Webber le salió todo mal este fin de semana, su compañero Sebastian Vettel salvó los muebles… más o menos. Con una estrategia a contrapié de sus rivales de arriba, el alemán trató de sorprender gracias a unos neumáticos medios que resultaron más que efectivos. Vettel llegó a liderar en algunos momentos sobre la pista de Shanghái, circunstancialmente, pero acabó cediendo en el último ‘stint’. El podio era un objetivo realista, y a punto estuvo de lograrlo. A falta de seis vueltas, entró a colocar el juego de neumáticos blandos que no sólo le permitió batir la vuelta rápida de carrera -hasta el momento de Fernando Alonso- por más de tres segundos, sino que le llevó a un último giro en el que peleó de tú a tú con Hamilton. Las ansias por no bajarse del cajón le pasaron factura y una inoportuna pasada de frenada le privó de un adelantamiento sobre el Mercedes que parecía cantado. De hecho, entró a apenas dos décimas del británico. Conforme ha ido el fin de semana en Red Bull, el cuarto puesto que le sirve para mantenerse líder es un resultado más que razonable.
Mientras por detrás peleaban por ver quién iba a completar el podio, Fernando Alonso iba escribiendo su nombre en la lista de ganadores de este 2013. En el muro empezaban a temer un posible e inesperado fallo mecánico, visto el ritmo que llevaba el asturiano. El martillo de Alonso le llevó a la vuelta rápida de carrera -antes de la lograda finalmente por Vettel-, lo que derivó en una conversación antológica desde el muro. Andrea Stella, ingeniero del español, le pedía que dejara de apretar y aflojara un poco el ritmo. El español, sorprendido, le contestó que no estaba apretando. Tal es la superioridad con la que acabó las 56 vueltas Alonso.
Aunque la victoria de Alonso estuvo clara desde el primer minuto, hubo que esperar varias horas para conocer la clasificación final de manera oficial. La FIA aún no ha solventado los problemas con la telemetría que ofrece a los equipos lo que, entre otras consecuencias, conlleva que la activación del DRS se hace a ojo de buen cubero. En anteriores años, apretar el DRS sólo tenía efecto si se realizaba dentro de los límites establecidos para ello, pero este año este sistema se activa si los pilotos no se dan cuenta de que están fuera. Esto provocó que al menos siete corredores (entre ellos Räikkönen y Vettel) fueran investigados por ir con el DRS abierto sin estar dentro de las zonas delimitadas para tal o incluso, con bandera amarilla desplegada.
En la llegada a los ‘boxes’, Fernando Alonso se saltó el protocolo de la FIA para, cual conquistador en tierra extraña, ondear bien alto la bandera amarilla con el ‘cavallino rampante’ en el centro. La sonrisa de Alonso, la sonrisa del Rey Alonso este 14 de abril, augura buenos presagios.