Land-Rover está viviendo un momento dulce en España a pesar de las penosas realidades económicas que está sufriendo nuestro país. Esto de debe, en gran parte, al acierto con sus últimos modelos, entre los que destaca el Range Rover Evoque, que sin duda ha acaparado gran parte de las ventas de la marca inglesa en los últimos meses. Además nos encontramos en pleno proceso de comercialización del nuevo Range Rover, modelo que parece haber llegado al mercado para marcar un claro antes y después en el segmento 4×4 de lujo.
Hace unos días he tenido la oportunidad de probar casi la totalidad de la gama de Land-Rover en una jornada en la que además de comprobar las indudables cualidades de los modelos ingleses por carretera, pudimos “mancharlos” y ver de lo que verdaderamente son capaces de hacer por el terreno para el que fueron concebidos hace ya más de 60 años, el campo.
Durante esta prueba, pasaron por mis manos el Range Rover Evoque 2.2 SD4, el Freelander 2 Td4, el Discovery 4 3.0 SDV6 y el Range Rover Sport 3.0 SDV6. Aunque no pudimos probarlo al tratarse de una unidad de pre-producción también me monté por primera vez en el nuevo Range-Rover, no hizo falta conducirlo para ver que los ingenieros de Land-Rover han vuelto a conseguir reinventar este concepto de 4×4. Sólo faltó en la prueba el Defender, mítico modelo de Land-Rover y que la marca parece haber dejado “abandonado” centrando sólo sus ventas para el uso comercial.
Empecemos la prueba de menor a mayor…
FREELANDER 2
Empecé la toma de contacto con la gama Land-Rover con el Freelander 2, sin duda el más modesto de los coches que me esperaban en esta jornada. En esta ocasión probé la versión TD4 S, con tracción 4×4, motor de 150Cv, cambio manual y equipamiento básico.
El Freelander 2 es un SUV con una suspensión muy confortable que además le da una sensación de seguridad asombrosa en carreteras rápidas y con no demasiadas curvas, donde tiene mucha facilidad para mantener la trayectoria. Sin duda, es por carreteras viradas donde esta suspensión es menos efectiva y aunque la tracción 4×4 le dota de agarre, peca de ser algo blanda y el constante “cabeceo” se vuelve bastante pesado creando unas inercias laterales muy incómodas. Aún así y teniendo en cuenta el tipo de vehículo que es, no es un todocamino torpe y hasta cierto punto obedece bastante bien a los movimientos del volante y del acelerador.
El funcionamiento del motor de este Freelander es suave y silencioso y entrega la potencia de forma progresiva. Responde muy bien desde bajas revoluciones, por lo que es muy efectivo tanto para circular por ciudad o campo como para hacerlo por carretera. Este motor de 150Cv también está disponible con un cambio automático de 6 velocidades, pero en concreto esta unidad montaba el cambio manual de también 6 velocidades. Este cambio manual resulta muy agradable y cómodo y debido a sus cortos recorridos se maneja con rapidez y suavidad.
En el mercado actual existen multitud de vehículos que por apariencia o categoría podrían parecerse muchísimo a este modelo de Land-Rover. Pero una vez que lo conduces y pruebas es muy fácil entender que a diferencia de los demás, éste busca fuera del asfalto su hábitat natural aunque también es muy efectivo en carreteras de todo tipo. Ello se desprende de detalles como los neumáticos que monta de serie, de uso mixto y no de uso prácticamente exclusivo por asfalto como mucho de sus rivales. Como es lógico por carreteras y a ciertas velocidades se vuelven un poco ruidosos, pero si muchos competidores del Freelander 2 los montaran, aumentarían con creces sus dotes offroad.
Por campo, el Freelander 2 se desenvuelve con mucha soltura, entre otras cosas debido a los 21 cm que lo separan del suelo. Pero también a unas suspensiones con recorridos muy amplios y al sistema Terrain Response que equipa de serie. Este sistema, permite elegir cuatro programas de funcionamiento en función del terreno por el que nos desplacemos, modificando aspectos como la respuesta del acelerador, el control de estabilidad, control de tracción, sistema de frenos, etc. La respuesta del coche por terrenos complicados como arena o barro es totalmente diferente y se adapta a la perfección para hacer posible que personas que no están acostumbradas a circular por estos terrenos salven obstáculos con suma facilidad.
Sin duda la inexistencia de reductora, ni siquiera de manera opcional, limita el uso del Freelander por determinadas zonas. Pero en este tipo de vehículos sin reductora es mucho más importante saber conducirlo y afrontar los obstáculos correctamente que contar con una relación de marchas cortas. Sinceramente, sorprende y mucho por donde el hermano pequeño de la gama es capaz de pasar en unas manos adecuadas.